
Esfuerzo, expectativas, compromiso y responsabilidad social fueron los móviles que dieron origen al proyecto S.U.M.A.R.. Un grupo diverso de personas generó esta iniciativa de inserción laboral en Unilever, que hoy cumple seis meses y va por más. Hace poco más de dos años, en una reunión llena de expectativas, surgió la propuesta: generar dentro de Unilever un programa de inserción laboral para jóvenes. El equipo de FOC -Fundación de Organización Comunitaria- se acercó en ese momento hacia el grupo de Recursos Humanos de la empresa para proponerles la idea, y pronto empezó a brotar con más fuerza el germen del proyecto. “Nos interesó muchísimo desde todo punto de vista. Contaba con el aval de UNICEF y del Ministerio de trabajo, y nos ofrecían un proyecto que se insertaba directamente en nuestro programa de Responsabilidad Social Empresaria. Básicamente nos ofrecían ser socios del programa, ayudar a los chicos a insertarse laboralmente”, comentó Paula Romaniú, asistente de Recursos Humanos para Punto de Venta. Desde ese momento comenzó a delinearse S.U.M.A.R. -Sinergia Unilever para una Mejor Argentina- con la coordinación de Unilever y el soporte permanente de FOC, quien lleva adelante este tipo de iniciativa desde hace ya bastante tiempo. “En el 2001 empezamos el programa, con el objetivo de la inclusión sociolaboral de jóvenes. Este programa tiene tres componentes: la terminalidad educativa, la formación profesional y el acceso al primer empleo –explicó Alejandro Toscano, responsable de Relaciones Institucionales de FOC. Precisamente respecto a esta tercer cuestión es que vimos fundamental la relación con las empresas, en tanto agentes promotoras del cambio”. Desde lo concreto, la idea se llevó adelante a través del área de merchand. En la empresa había una demanda real de repositores, y esa era una puerta de entrada viable para iniciar la tarea. Es así que se definieron los perfiles requeridos para el puesto, y se inició el proceso de selección.
Manos a la obra
Al fin llegó noviembre del 2007, los chicos estaban seleccionados, el entusiasmo crecía, y por fin se puso en marcha el proyecto. Cada instancia estuvo cuidada hasta en sus ultimos detalles, para que los chicos pudieran tener una esperiencia positiva de trabajo. Una vez definido el grupo, la primera etapa fue la de capacitación: “Tuvimos un día completo, donde primero visitamos varios supermercados, para que conocieran el lugar de trabajo. Se les asignó a cada chico un tutor, repositor de muchos años en la compañía, que los acompañaría en día a día y los iría entrenando”. Todo un mundo de códigos, productos, gente nueva se presentó de pronto para los chicos, que dispersos en distintos supermercados de Gran Buenos Aires, comenzaron su experiencia. “El principio fue lo más complicado –comentá Josué, repositor de Coto Temperley. Damián, mi tutor, estuvo siempre ayudando para pudiera aprender. Hoy me siento a la altura de los demás”. La cotidianeidad del trabajo mostró momentos buenos y no tan buenos, e implicó un aprendizaje para todos. Al respecto, Recursos Humanos de Unilever descubrió que había aún mucho por hacer, mucho que aprender, sobre todo lo que respecta al conocimiento de la población con la que se trabaja, sus expectativas y todo aquello que hace posible motivarlos. Una lectura común, tanto de FOC como de Unilever, fue que los crecimientos y cambios fueron enormes. “Vimos casos espectaculares, fundamentalmente en cuanto a actitud. Chicos que al principio eran muy cerrados y se han abierto de manera increíble, que se ha comprometido” –agregó Romaniú. Ejemplo de este cambio fue Jonathan, quien luego de los primeros meses ya lograba pasos realmente grandes. “Lo que más me costaba al principio era la comunicación con el resto. Pero descubrí que existía la posibilidad de comunicación entre empleados y supervisores, que era posible un dialogo siempre de buenas maneras”.
Resultados visibles
De esta forma, con el compromiso de todos, se cumplieron los primeros seis meses del programa. Llegó entonces el momento de renovar los contratos, de ver cómo seguir. Para evaluar el resultado se reunieron todos y ya no quedaron dudas: el proyecto tenía que seguir adelante. Y tenía que apostar a más: a partir de esta segunda etapa los chicos empezaban a trabajar solos, sin el tutor al lado. “La evaluación que hacemos como departamento de Recursos Humanos es excelente, la respuesta que recibimos de los chicos fue muy buena, fortalecimos a nuestros empleados efectivos, en cuanto a sus intereses, sus ganas, sus responsabilidades, porque los tutores sintieron que fue un premio darles un chico a cargo para acompañarlos en su tarea diaria”, comentó Romaniú. Por su parte, Alejandro de FOC destacó el fuerte compromiso de los chicos, que precisamente por sus condiciones de vulnerabilidad, así como les es más dificil acceder al primer empleo, también tienen un mayor compromiso respecto al trabajo. Lo cierto es que hoy los resultados son visibles, como en el caso de Gabriela, repositora del Plaza Vea de Lanús, que en tan sólo pocos días ya se hacía cargo ella misma del trabajo: “Observaba mucho cómo trabajaba mi tutor, y entonces cuando el no podía estar me dejaba a cargo. El sabía que yo podía manejarme sola”. También puertas adentro del hogar de cada uno, el esfuerzo ha valido la pena. Florencia, por su parte, hoy tiene el orgullo de ser ella misma quien paga el jardín de su hija Kiara, y quien sostiene las cuotas de su carrera de analista de sistemas. Es así que S.U.M.A.R. es más que una sigla: se trata de un esfuerzo real para posibilitar un mayor acceso al primer trabajo y al desarrollo profesional de todos.
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